A propósito del viajero español, cortesía de CutreAir

Sudores fríos, resignación contenida, vergüenza ajena a flor de piel y Valeriana en dosis industriales. Así resumiría mi estado anímico cada vez que tengo que volar con Cutre-air, bien la azul, bien la naranja.

Quien haya tenido la ‘suerte’ de viajar en estos autobuses voladores sabrá de lo que hablo. De hecho, tiro al guante a quienes lean esto mientras buscan inspiración para un tema de investigación: «Respuesta del Homo Hispanus en situaciones de presión: EasyJet y Ryan Air».

Estas eran mis reflexiones hace un par de días, de camino a Gatwick con destino Amsterdam. Tras el disfrute matutino, cortesía de los chicos del London Underground (me río yo de los sindicalistas de clase españoles), una llega quemadita a la terminal de salidas.

Por supuesto, hay que hacerse fuerte frente a la pantalla para ver hasta dónde hay que correr para llegar a la puerta de embarque que corresponda, normalmente anunciada con retraso y escasos minutos de antelación. «Cuando llegue corra a la puerta de embarque, si llega tarde, nosotros no esperamos», reza la letra grande y lironda de las tarjetas de embarque, serán….

Este post viene a cuenta de la sorpresa mayúscula y la reflexión de similares proporciones que me deparaba la puerta de embarque. Ni colas kilométricas, ni salas de espera que harían las delicias de un matadero Halal. Nada de niños instruídos por sus listos padres para «ir pasando hacia delante, sí, sí donde esa señora que está la primera en la fila», tampoco pisotones intencionados y sonrisas forzadas para engrasar el mecanismo de la picaresca nacional. Nada.

Lo qu me hace pensar que quizás el low cost no sea sinónimo de mala baba concentrada y que lo orígenes de la misma sean cosa patria, porque de todos los ingleses, alemanes y holandeses que me acompañaban en el vuelo, ninguno intentó colarse (a fila de a uno, que lo demás es de mal gusto), tampoco disimular bolsos de mano (tamaño gigante, por favor) entre abrigos, bolsas del Duty Free y periódicos gratuitos.

La subida al avión ordenada, sin prisa pero sin pausa, sin atisbo de lucha encarnizada por conseguir ventana con derecho a toda una fila de maletero.

Eso sí, la tómbola volante, el restallar de tímpanos por las bajadas en picado y los ganadores de premios del rasca y gana que siempre volaban el día anterior con la misma tripulación que te mete por los ojos -literalmente- los cigarrillos para dejar de fumar o el mini-sandwich a precio de bocata delicatessen, no fallan.

Aunque, volviendo a mi reflexión incial, quizás el problema no sea de CutreAir…

Chapeau!

2 comentarios

Archivado bajo De Domingo en..., De sombreros y otras historias

2 Respuestas a “A propósito del viajero español, cortesía de CutreAir

  1. Crisis

    Y lo que se echan de menos todas las colas, los barullos, los gritos, empujones, artes varias de la picaresca española que allá donde vamos dejamos huella…
    Me alegro de que el vuelo no tuviera incidentes en lo que al embarque se refiere, pero, todavía no entiendo como eres capaz de volar en esas bicicletas a pedales llamados Low-Cost XD!!!

  2. reno

    Lo triste es que las autoridades, esos que dicen ser depositarios de la confianza del pueblo, pasen de estos graves temas como de la m…. Ellos son los únicos responsables de que estas cutre-empresas puedan hacer lo que hacen y, lo que es peor, se pasen la seguridad en sus dos versiones de safety (en vuelo) y security (policial) por el arco del triunfo.
    Lo dicho con estos amigos políticos, no necesitamos enemigos. Reno

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